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Cuando la Clasificación “A” tiene violencia Clasificación “C”

Ver una película, en casa o en el cine, es una de las actividades de esparcimiento más comunes, sencillas y accesibles que podemos realizar en familia. Desde hace menos de diez años, el dinero o el tiempo, ya no son un impedimento para ver ¡A TODO COLOR! películas, películas y más películas, las recién estrenadas, clásicas, las de moda, incluso, las que están por estrenarse. ¡Todo un arsenal de entretenimiento para que nuestros hijos no se aburran!

Como padres de familia, es un alivio poder contar con un aliado que con sus tres clasificaciones: A (niños y toda la familia), B (adolescentes y adultos) y C (sólo adultos), nos ayuda para mantener entretenidos a nuestros hijos pequeños y reunir en un solo lugar a buena parte de la familia. Es como un superheroe que mantiene callado al aburrimiento, sobre todo en los más pequeños, quienes se quedan hipnotizados frente al colorido brillo de la pantalla chica, o mediana, o grande.


Pero qué sucede cuando levantas la tapa de esa caja colorida, con un par de simpáticos, muy sonrientes e inofensivos, dibujitos, tomas el disco compacto, lo introduces en la rendija del reproductor y te sientas al lado de la persona más pequeña de tu familia, con el ánimo ¡A TODO COLOR!, feliz de tener la oportunidad de ver una película “infantil-para toda la familia”, suponiendo que no hay violencia, ni golpes, ni disparos con armas de fuego o asesinatos, mucho menos encuentros sexuales, por que, la clasificación A es apta para niños, ¿verdad? y creyendo ingenuamente que lo más difícil de explicarle será ¿porqué el muñequito amarillo habla de una manera tan extraña?


En los primeros 10 minutos mi ánimo, mi ilusión y mi tiempo relax por tener a un Súper Aliado Clasificación A, se esfuma entre los 24 Cuadros X Segundo que le demuestran a mi hijo (y a mí) que la violencia puede ser colorida, divertida y atractiva, pero de cualquier modo es violencia acompañada de: disparos con armas de fuego, asesinatos causados por el odio, insinuaciones sexuales, peleas cuerpo a cuerpo, además de una clara agresión verbal.

La desilusión y la violencia llenaron por completo la pantalla plana, pulgada por pulgada, como un Súper Enemigo Clasificación C en versión infantil que drásticamente nos sentó a ver una historia donde el tema central era la violencia.


Los ojos de mi hijo se abren como si quisieran atrapar en su mirada cada gesto de los personajes, repite algunos diálogos, a veces ríe, imita algunos movimientos, y las dudas surgen: ¿por qué se pelean? ¿por qué ya no son amigos? ¿por qué disparan? ¿por qué ya no se levanta? ¿qué le pasó?


Pero ahí estoy yo, como muchos otros padres, como muchas otras madres, dispuesto a explicar y dar un giro positivo a la historia, a contarle otra historia diferente, como el héroe verdadero que pondrá un límite a las historias que merecen ser re-clasificadas.

¿No sería justo, por la salud de nuestros pequeños, que existiera una reclasificación de la Calsificación A? Porque, según la Academia Americana de Pediatría, las películas (y video juegos) pueden HACER MÁS AGRESIVOS y temerosos a los niños y adolescentes por la violencia que contienen.

¿Cómo saber qué película puede ver mi hijo?

El Consejo Australiano sobre los Niños y los Medios (ACCM por sus siglas en inglés), provee un listado de películas bastante amplio y en orden alfabético, en el cual se etiquetan los diferentes tipos de violencia o contenido NO APROPIADO para niños, especificando a partir de qué edad DEJA DE SER DAÑINO para la mente del niño: https://childrenandmedia.org.au/movie-reviews/by-a-z/a-d.

Después de 90 minutos mi hijo queda fascinado con la historia armada entre la película original en donde asesinan a un personaje, y mi narración en donde el personaje asesinado se quedó dormido. Le gustó tanto que será una de sus favoritas durante algunos meses y se sentará a verla tantas veces como le sea posible, algunas veces con mi apoyo narrativo, otras con el de su madre, pero otras enfrentando solo la verdad que cuenta una industria para niños siempre agresiva y violenta. Afortunadamente hoy, un dedo pequeño, de un niño de tres años, decide presionar el botó rojo del control remoto y dejar esa pantalla que lo hizo vibrar “A TODO COLOR” en un simple y sereno color negro, que todavía alcanza a reflejar la imagen de una silueta que se aleja corriendo para jugar.

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