Con el otoño llegan: el regreso a clases, el Día de Muertos, Hanal Pixan, Halloween, pero también aparecen montañitas de hojas secas, la temperatura baja (aunque sea dos grados) y la casa se llena de aroma a cítricos.
Desde que nacen, los niños utilizan sus sentidos para comprender el mundo que los rodea, y lo hacen a través de sus sentidos: tacto, olfato, gusto, vista y oído.
Como padres de familia, generar actividades y juegos en donde los niños activen sus sentidos, será un gran aporte para el desarrollo cerebral, ya que ayuda a crear conexiones más fuertes entre las neuronas del cerebro para responder a los estímulos externos.
Recuerda que: Niños y adultos aprendemos mejor cuando utilizamos nuestros sentidos, prueba de ello es que nuestros mejores recuerdos involucran algunos de nuestros sentidos, como nuestra canción favorita que escuchábamos de niños o el aroma y sabor del platillo que comíamos al regresar de la escuela.
Pon los sentidos en marcha
El otoño es una gran oportunidad para salir con los chicos y encontrar lugares amplios y al aire libre, en donde puedan interactuar con múltiples elementos naturales a través de los sentidos: la sensación y sonido que producen las hojas y ramas secas, por ejemplo.
Las “actividades y juegos sensoriales” facilitan la exploración y alientan de forma natural a los niños para utilizar los procesos científicos porque crean, investigan y exploran.
Esta clase de actividades, permite a los niños redefinir sus límites, y ayuda a su cerebro para crear y fortalecer sus conexiones y procesos cerebrales para responder a nueva información sensorial.
Una gran ventaja que tienen los juegos o actividades sensoriales, es que además de enseñarle atributos como: caliente, frío, rugoso, seco, liso, los niños desarrollan mejor:
- Las conexiones cerebrales para realizar tareas más complicadas.
- El lenguaje y las habilidades motoras gruesas.
- El pensamiento cognitivo y la memoria.
Soy Eduardo Álvarez, papá y periodista