De acuerdo con la etapa, decir adiós es muy complicado, estresante, molesto o triste.
Desde la separación que sufren los más pequeños cuando entran a la guardería mientras ven cómo sus padres se marchan, el adiós a los amigos cuando terminan la primaria o cuando un ser querido se va para siempre, las despedidas no siempre serán fáciles, pero son parte de un ciclo, y cada ciclo llega a su fin para iniciar otro.
Al despedirse, los niños pequeños o grandes, experimentan muchas emociones que aún no comprenden ni pueden controlar, y es donde los padres podemos ayudar, ANIMANDOLOS a realizar acciones significativas para ellos, como elaborar un dibujo o escultura de plastilina para regalarla a sus amigos, maestros, o realizar reuniones especiales con las personas que dejan.
Los expertos, aseguran que los niños requieren el respaldo de los padres para sentirse CAPACES de seguir adelante.
Involucrando los sentimientos
La víspera de año nuevo, además de tradición familiar, puede ser un buen ejemplo para explicarle a nuestros hijos que todo ciclo tiene un fin, y que tan pronto como terminan sus 365 días de aprendizaje, inicia el nuevo ciclo con el brillo del sol cuando despertamos.
Y que lo podemos vivir como una fiesta, con alegría, recordando los momentos que los hicieron muy felices, lo que aprendieron y lo que perdieron, porque cada año es un CICLO, un inicio y un final que se vive con las emociones y construyendo la mejor forma de ser feliz.
