La sonrisa es de las mejores expresiones que tenemos todos los seres humanos, con ella manifestamos nuestra alegría, felicidad y hasta complicidad, y si la sonrisa se heredara, sería una de los mejores tesoros que podemos dejarle a nuestros hijos.
Lo que sí heredamos, o mejor dicho, aprendemos, es con quién y en qué momentos podemos sonreír, y es tan comunicativa la sonrisa, que puede expresar la calidad de vida que los niños tienen con su familia o lo agradable que les resulta asistir a la escuela.
Y es que la sonrisa comienza, en la convivencia familiar desde los primeros meses de vida.
Es cierto que el tamaño de la sonrisa expresa nuestra alegría (y no tienen NADA que ver con las visitas al dentista), sin embargo, para los bebés, la sonrisa es un impulso, un acto reflejo y de imitación, porque todavía no tiene los patrones sociales que todos conocemos.
Un estudio realizado en la Universidad de Miami en EU, detectó que:
En los primeros 2 meses de vida Aparecen sonrisas en los periodos de sueño, de manera espontánea y se generan por cualquier estímulo.
De los 2 a 6 meses Hay un periodo de desarrollo emocional junto con una intensa interacción social cara a cara con sus padres. Es cuando comienza a desarrollarse la sonrisa social.
En estos meses, la sonrisa se asocia con vocalizaciones utilizadas para expresar emociones positivas.
Entre los 6 y 12 meses La sonrisa ya comienza a manifestar alegría al interactuar con sus padres en juegos físicos como las cosquillas, el ¿dónde estoy?, y también al ver objetos involucrados en el juego.
En esta etapa, las capacidades recién adquiridas como lograr pararse, son también generadores de sonrisas.
A los 18 meses Se incrementa el intercambio de sonrisas, sobre todo con mamá, quien busca estrategias para fomentar esta expresión de alegría y complicidad.
Entre los 18 y 48 meses La sonrisa y risas con los padres se vuelve un proceso más cercano y complejo, y se convierte en una característica esencial de la relación.
Comienzan las sonrisas con otros niños, y al igual que con sus padres, se utiliza el juego para generarla y facilitar la interacción entre ellos.
¿Tu bebé ya sonríe?
Soy Eduardo Álvarez, papá y periodista