“¿Mamá me puedo disfrazar de jirafa? quiero tener sus manchas y cuello laaaargo”.

No era Halloween, ni Carnaval, ni estaba en puerta alguna actividad con disfraces, y aunque mi respuesta inmediata fue que sí, cuando investigamos los beneficios que tiene en los niños el disfrazarse, terminamos todos disfrazados de león, elefante y la selva completa.

De acuerdo con los psicólogos infantiles, el juego de los disfraces en los niños estimula su creatividad, fomenta la socialización, favorece su habilidades de comunicación, su autoestima, estimula su imaginación, la creatividad y aprende a jugar el rol de su personaje.

Con un sombrero, una peluca, tal vez una capa, un vestido o simplemente una tela y un cartón, los niños logran personificarse cuando se trata de disfrazarse y es algo que generalmente disfrutan.

A la mayoría de los pequeños les gusta jugar a disfrazarse y lo disfrutan, pero lo gozan más en Halloween, porque el entorno se ambienta para la ocasión y los adultos suelen disfrazarse también, todos se vuelven parte del juego.

Sin embargo, cualquier fecha y momento es ideal para disfrazarse y jugar a personificar e imaginar lo que vería una jirafa con ese cuello tan alto o inventar una aventura con sus manchas irregulares en el cuerpo.

Al jugar con los disfraces es posible que descubras y escuches lo que tu pequeño imagina y quiere ser, ya sea tan fuerte como un súper héroe o tan temible como un zombie o tan valiente como una princesa.

Halloween es una fecha idónea para que como padres dejemos de lado la pena y juguemos a los disfraces, pero pueden intentarlo cualquier época del año.

Y si a tus pequeños no les agrada, no los obligues.

Soy Verónica Martínez, periodista y madre