Cada vez que llega la época Navideña, el sentido de la vida cambia por la visita de un personaje que con un REGALO transforma las emociones de nuestros hijos, claro que esas emociones no están dentro de la caja, sino en la persona que lo da, y si fuera Santa, podríamos hacernos una idea de que es una persona muy confiable, feliz, alegre y cariñosa.

Pero el regalo de Santa (con un apellido diferente en cada casa: Cauich, Carrillo, Sánchez) va más allá, expresa una emoción que transforma todo y que es una de las mejores enseñanzas de estas fechas para nuestros hijos: la GRATITUD.

Es una de las emociones fundamentales de esta época, con la que los niños aprenden que cuando DAMOS un obsequio, un abrazo o invitamos a cenar a otros, nosotros también recibimos algo, como: felicidad, tranquilidad, alegría y cariño.

Dale play a la Gratitud con tus hijos

Esta época es un buen momento para poner en práctica el valor de la Gratitud, que de acuerdo con un estudio de la universidad de Harvard, se detectó que las personas que se toman el tiempo para valorar y agradecer lo que tienen son más felices.

Y que mejor forma de practicar la Gratitud que con Santa, ya que después de recorrer kilómetros y kilómetros para entregar regalos a todos los niños, sin importar si la casa tiene chimenea o hamaca, seguramente los renos y su jinete estarán hambrientos, sedientos y necesitados de un buen refrigerio.

Este agradecimiento, puede ser a través de unas galletas y leche para él y zanahorias para los renos (que a la mañana siguiente deben amanecer al menos mordidos).

Claro que el regalo también puede ser algo que tus hijos consideren valioso, quizá algunas pegatinas o dibujos de sus personajes favoritos o hasta un juguete que ellos consideren perfecto para la familia de Santa.

Y esta clase de regalos, son los que no tienen precio.

Soy Eduardo Álvarez, papá y periodista