Truenos en una tormenta, separarse de los padres, ver la piel arrugada de una persona mayor, el perro gigante con dientes afilados, un hombre debajo de la cama, monstruos que acechan en la oscuridad en medio de la noche o escondidos en un cuarto, esperando el momento de atacar cuando están solo.

Estos son algunos de los temas que más atemorizan a los niños desde los 4 a los 12 años, y esos generadores de miedo puede ir de lo razonable a lo fantástico, y los padres lo sabemos, porque el miedo es una parte inevitable que vivimos de niños, que sentimos tan reales que parece ilógico lo difícil que resulta tener empatía y compasión con los temores de nuestros hijos.

Por cierto, la compasión es un sentimiento que nos impulsa a remediar o evitar el sufrimiento de otros, y la empatía es la capacidad afectiva por lo que otra persona siente.

 Ahora que somos padres, pareciera que una guillotina cortó la parte de nuestra infancia en la que nos inquietaba apagar la luz y correr hacia la cama para cubrirnos con todas las sábanas, evitando poner la mano bajo la cama, por temor a lo que pudiera vivir allá abajo.

Todo lo contrario, ahora que somos padres, una de nuestras primeras frases para tranquilizar a nuestros hijos es: No hay nada que temer.

Foto: Keira Burton de Pexels

Y tenemos otras frases más que, suponemos, brindarán una explicación completa y clara que acabará de una vez y para siempre con los  monstruos del ropero, como: “uy, eso no da miedo”, “son pura fantasía”, y rematando con “ya te dije que los monstruos no existen” y muchas otras que lejos de tranquilizarlos, desvaloriza y le resta importancia al sentimiento con el que convivirán algunos años, y de los cuales, al igual que cuando nosotros fuimos niños, no tienen forma de escapar.

¿Ya les mencioné que el miedo es un sentimiento? 

Ayudar a que nuestros hijos superen las diferentes etapas del MIEDO requiere paciencia, compasión, empatía y cambiar la manera de PLATICAR sobre el tema que los aterra tanto.

¿Se puede dominar el miedo?

Como niños, tener miedo es una etapa que algunos psicólogos infantiles aseguran que pasará con el tiempo, y recomiendan NO FORZARLOS a enfrentar aquello que los inquieta, ya que eso sí puede causarles verdaderos problemas.

Y mientras tanto ¿Quién Podrá Defenderlos?

Foto: Meruyert Gonullu de Pexels

Por supuesto que papá y mamá, quienes pueden comenzar ayudándolos con:

1. Cambiar de táctica, como lo sugieren especialistas de Child Mind Institute. En lugar de frases que demeriten o descalifiquen como: “eso no da miedo”, utilizar algunas en donde se logre empatía, como: “de verdad se oye muy aterrador” o “he sabido que otros niños también le tienen miedo por la misma razón”.
2. Evitar redundar en el tema, una y otra vez, no es necesario pedirle que haga dibujos sobre aquello que imagina, lo único que se podría lograr así, es potencializar el motivo del miedo. También es recomendable evitar aquellas películas, caricaturas e imágenes que los inquietan y no les permiten dormir tranquilos.
3. Comentarle que los papás también tenemos temores.
4. Evitar castigarlo o hacerle sentir que tener miedo está mal.
5. Leer cuentos y libros sobre el tema que los inquieta y también historias en donde otros niños enfrentan sus temores.

Dominando el miedo en pequeños pasos:

EJEMPLO: Si el motivo de miedo son los perros, los expertos sugieren: 

1. leer cuentos sobre perros, 
2. jugar con peluches en forma de perros, 
3. acercarse con el perro pequeño de algún amigo, 
4. acercarse con el perro grande de algún amigo.
5. META: Dominar el miedo.