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Paciencia, lo primero que se pierde

Podría pensarse que después de 9 meses en casa con nuestros hijos ya nos graduamos en tolerancia y paciencia, pero la realidad es que la paciencia es lo primero que se pierde; y si en el hogar hay estrés económico, de trabajo o se vive una situación tensa, el ambiente se vuelve peor.

La descarga hacia los niños se ha vuelto más frecuente y actitudes como ignorarlos, gritarles, pegarles o maltratarlos es más recurrente, dejando consecuencias en su neurodesarrollo.

María Fernanda Carvallo Coronel, directora general de Fundación Proyecto DEI, nos dimensionó que en estos meses que el violentómetro infantil se ha disparado.

“Lo que hemos visto en nuestro trabajo, es que hay una considerable reducción en la paciencia, no hay tanta tolerancia en la crianza, hay más violencia, malos tratos, gritos y golpes o castigos físicos como nalgadas. La Secretaría de Gobernación ha dicho que aumentó en 120 por ciento el número de reportes de casos de violencia intrafamiliar al 911 y muchos casos son a niños”.

Nos dimensionó que el problema es grave, porque al perder la paciencia, los padres descargan, gritas o golpean y de acuerdo con las neurociencias, esto los marca para toda la vida.

“En los niños, el cerebro está madurando todo el tiempo y si está sometido a un estrés constante porque no se atienden sus necesidades, se genera una sustancia que se llama cortisol que es tóxico y limita el desarrollo.

“El bebé desde que nace va desarrollando el cerebro, es un desarrollo de sobrevivencia; pero con el amor, la relación social va madurando y desarrolla el cerebro emocional; si no hay buenos tratos no se desarrolla adecuadamente, porque el cerebro aprende a reaccionar”.

El amor, la paciencia, el respirar y hacer una pausa, ayudará a no marcar a nuestros niños en casa.

“En Proyecto DEI decimos que el cerebro se enciende con amor, de esa manera va comprendiendo y el entorno modela los buenos actos”.

Hay dos tipos de estrés: el positivo que es el de sobrevivencia; es tolerable porque la red de apoyo del niño lo contiene, lo ayuda.

En el estrés tóxico, que se vuelve frecuente, no hay un entorno que lo contenga y el niño está alarmado.

¿Qué hacer?
Carvallo nos compartió algunas estrategias para evitar perder la paciencia y reducir el estrés.

Procurar un entorno cálido y que responda a las necesidades afectivas de los niños y niñas, a sus emociones: primero es contener para revertir los daños.

Comprender que el llanto en los niños puede responder a ansiedad, a la alteración del sueño, o porque hay un apego excesivo y no quieren que los padres salgan a trabajar o de casa.

Es probable que haya más berrinches al momento que los padres salen de casa porque no quieren que se alejen, por ello es importante tener momentos todos los días de armonía, juego, risas, bailes, que quitan el efecto del estrés.

Cantar, abrazarlos, jugar, reir, son elementos que fortalecen la red de apoyo de los niños y dejan buen humor y risa en el hogar.

Tener rutinas, porque dan seguridad, le avisan al cerebro qué viene después.

Y que los papás se auto-regulen para dar y tener la paciencia y empatía con los niños

“Es mejor detenerte, respirar, pensar lo que sucede y tranquilizarse para luego hablar; ante la explosión de las emociones es importante cuidar del bienestar de todos, por eso es importante que los adultos estén bien, no llegar al golpe; respira, evitar la reacción inmediata de esa reacción”.

Hacer el ejercicio diario, seguramente nos ayudará y mejorará la relación con nuestros hijos.

Soy Verónica Martínez, periodista y madre

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