¿Quién no ha escuchado que en la vida hay que tener equilibrio? ¿Que el balance entre nuestras emociones,
sentimientos y acciones es la clave de la felicidad?

Seguramente todos, porque además, todos deseamos encontrar equilibrio, balance en nuestras vidas. ¡Y cuanto antes mejor!

Las culturas orientales siempre han vinculado el equilibrio físico con el emocional, doctrinas como tai chi o yoga, combinan la disciplina en la respiración, la postura y el movimiento con la disciplina mental, a través de la meditación.

También es conocido y aceptado que el contacto y las terapias asistidas con animales traen beneficios más allá de los obtenidos con tratamientos tradicionales, y que los resultados están relacionados con las emociones que se generan entre los pacientes y los animales.

Esta relación entre el equilibrio físico y emocional es la propuesta que Hugo Espositos y Fernanda Zapata, de Polo Angels, hacen para los pequeños y lo comparten con Tiempo de Niños.

La columna vertebral es la Psicomotricidad

Encontramos en la psicomotricidad (movimiento) este equilibrio entre disciplina física y desarrollo emocional, entre lenguaje y socialización.

Es a través de este movimiento que se genera el lenguaje más importante, el que usamos de manera inconsciente el 90% del tiempo, el que incorpora la postura los gestos, la respiración, los ademanes… ¡EL LENGUAJE CORPORAL!

Entonces…

Ya tenemos la sabiduría ancestral de las culturas orientales con su muy famoso ying y yang, tenemos también, los estudios sobre las ventajas del aprendizaje y modificación de conducta a través del contacto con animales, y el concepto de psicomotricidad como la manera en la que el ser humano percibe, interactúa, se comunica y socializa con el mundo a través del movimiento.

Si hasta aquí vamos bien y todo sigue haciendo click en nuestro sentido común, entonces llegó la hora de la pregunta del millón…

¿Y los caballos qué?

¿Por qué interactuar con un caballo y no con un perro o con un pato?… a esto tengo una respuesta muy simple: ¡porque nos gustan los caballos! 

Y parecerá broma, pero todo gira alrededor de que no puedes montar ni al pato ni al perro.

La equinoterapia, como una rama de la zooterapia, también tiene sus inicios formales en los años cuarenta. Al final de la Segunda Guerra Mundial. Se descubrió que el movimiento corporal del caballo, por su balance y ritmo, estimulaba las caderas y la columna vertebral de los pacientes, también observaron que la temperatura del caballo y el contacto del paciente con su piel tenían un efecto relajante en los músculos, que a través de ejercicios montados a caballo se obtenían recuperaciones más rápidas y más completas.

Este fue el inicio de la equinoterapia clínica que evolucionó hasta llegar a ser una de las maneras más eficientes de tratar a personas con discapacidades motrices, causadas tanto por lesiones como por síndromes o enfermedades del sistema nervioso.

Las ventajas

Por otra parte, también se documentaron las ventajas psicológicas, emocionales y conductuales. Se encontró un efecto antidepresivo y motivador que ayudaba a los pacientes a integrarse de manera más activa a su entorno, a recuperarse con mayor motivación, a sanar el cuerpo y el alma.

Estos descubrimientos son la suma de décadas de investigación de grandes psicólogos, ortopedistas, psiquiatras y neurólogos financiados por las universidades más prestigiosas.

En resumen, los pacientes asisten con más ánimo a las sesiones para montar y disfrutar de la naturaleza que cuando van al hospital para su tratamiento. Arriba del caballo la terapia es sólo una cosa más y probablemente no sea la más importante. El caballo es pura empatía, no distingue, no señala, no etiqueta… Por eso da resultados extraordinarios.

Recordemos, el potencial de los niños no tiene límites, mientras más herramientas pongamos a su alcance, mayor será su desarrollo.

Redacción/Tiempo de Niños