A los niños les encanta proponer, participar en los planes, pero sobre todo, respaldar las actividades que son de su interés como ir a la playa, al parque o hacer asado en casa.
“’¡Sí hagamos asado, que papá ponga el carbón y vengan los abuelos y los amigos, yo saco mis juguetes!”.
Desde los preparativos, el asado se vuelve un festín que culmina con la reunión de la familia y amigos disfrutando de la suave y jugosa carne con cebollita, salsa, tortillas y a las que nos gusta, hasta los nopales asados.
Para los pequeños es un momento de unidad, de convivencia y para quienes trabajan en el campo cuidando el ganado, alimentándolo, para lograr carnes suaves y jugosas, es el clímax de la labor diaria.
“A los niños lo que más les gusta es la arrachera y la hamburguesa, porque son suaves y por su sabor, a los papás lo que va en parrilla como los cortes, lomos, chuletas, rib eye. Todo el trabajo en el campo termina cuando la familia se reúne y disfruta sus carnes”, relató Edgar Díaz Loeza, de Carnes Santa Fé, grupo agroindustrial que cría, engorda, procesa, empaca y comercializa carne desde el Oriente del Estado.
Al dimensionar el arduo trabajo de campo que hay detrás de una tarde de asado familiar y de amigos, decidí contarle la historia a mi hijo.
Detrás de la hamburguesa
“Al igual que tú, las personas que trabajan en el rancho y en el campo, donde están las vacas, toros, novillos, becerros, se levantan antes de que salga el sol y alimentan a los animales en el corral con pasto seco, sal en grano, o alimento preparado con maíz y sorgo“.
“Y a las 5 de la tarde, cuando tú estás jugando, ellos abren el potrero para que los animales salgan a pastorear, caminen y coman toda la noche, cuando hay fresco, para que antes de que salga el sol, vuelvan al corral”.
La historia lo tenía encantado y más aún cuando supo que ese ganado se lleva al rastro para lograr los diferentes cortes y obtener la carne molida para la hamburguesa o la arrachera que papá pone al carbón y nos reúne en familia.
Por saber y sabor
El Oriente de Yucatán se caracteriza por su ganadería, al viajar por esa zona son visibles los ranchos, el ganado y las siembras de maíz, pastos y sorgo, con lo que engordan a los animales.
Díaz Loeza nos relató que por lo menos le compran ganado a 50 ranchos de la zona para lograr los diferentes cortes de carne que comercializan a nivel nacional.
“Compramos varias razas como suizo, brangus, beefmaster, porque dan buena carne, y aunque se les da alimento, el pastoreo es el que le da el color y el marmoleado a la carne”, relató.
En promedio cada rancho cuenta con 20 hectáreas con hasta 200 animales; los novillos de 8 a 9 meses, son los que se engordan y de tener 250 kilos, llegan a los 500 kilos en 120 días, para llevarlos al rastro. En el rastro, el 70 por ciento del animal es carne y se obtienen los diferentes cortes.
“El campo es una experiencia de vida, los niños que tienen la oportunidad de vivirlo es muy bonito, porque interactúan con los animales, viven la tranquilidad y saben de dónde provienen los alimentos y para ellos, como para muchos niños, la carne asada es un momento de familia, de unidad y les encanta”, comentó Diaz Loeza.
Muchas veces no sabemos toda la actividad ganadera y agrícola que hay detrás de cada reunión familiar de carne asada; disfrutemos y compartamos con nuestros hijos las riquezas que el campo nos da. El próximo viaje por carretera al Oriente, podrán relatar la historia del origen de la carne asada y el arduo trabajo qué hay detrás.
Soy Verónica Martinez, periodista, madre y emprendedora. vermarguz@gmail.com