Violenta, agresiva y llena de conceptos japoneses (como buena historia épica), Dragon Ball es una caricatura que, a pesar de no tener nuevas temporadas, sigue ganando fans entre las generaciones más actuales.

Si bien para algunos son dibujos simples, y muchas veces sin movimiento, para otros la historia los atrapa, a pesar de ser la misma lucha del bien contra el mal, en la que los buenos siempre ganan en una batalla cada vez más letal y mortífera.

Por el nivel de violencia y escenas diseñadas para causar temor, es recomendable tenerla en pausa con los niños menores de 8 años, y con la compañía y explicación de los padres con los de 9 y 10. Es importante recordar que lo niños no pueden comprender que la violencia caricaturesca es sólo una fantasía, ellos la perciben de manera diferente que los adultos, y las expresiones visuales que les causan temor las experimentan en un nivel más alto que quienes hasta nos aburrimos con las escenas más mortíferas de la serie.

Los expertos aseguran que los niños expuestos a esta clase de material violento (presentado de manera atractiva e inofensiva), corren el riesgo de “aprender” que la violencia es una manera aceptable de resolver los conflictos, debido a la forma tan atractiva en que se presenta, pues entre otras cosas, es ejecutada por un héroe que siempre llega al objetivo sin pérdidas materiales, como Gokú.

Otro golpe bajo que puede dolerle a muchos padres, es la facilidad con que sus hijos pueden aprender palabras nuevas que no son precisamente de origen japonés, sino más bien ofensivas, ya que los malos, como Vegeta, demuestran su odio hasta en el lenguaje.

Por el lado positivo, Dragon Ball nos brinda la oportunidad de hablar con nuestros hijos sobre el trabajo en equipo, el auto control, el perdón, y claro, cómo resolver problemas a través del diálogo y los acuerdos., y ya de paso, platicarles sobre el maravilloso país del Sol Naciente: Japón.

Soy Eduardo Alvarez. Papá y periodista