María Montessori desarrolló uno de los métodos educativos para niños más conocidos en el mundo. Quienes conocen el método, saben que le brinda al niño herramientas para ser independiente, además de ser un método excelente para niños con capacidades especiales.
Pero hay otra característica que muchos ignoran, y es que este método se desarrolló gracias a un infante que surgió de un bosque y algunos doctores lo consideraron sordo y retrasado, pero en realidad, era totalmente salvaje, criado entre animales.
Investigando los estudios sobre niños con discapacidad mental, realizados por el médico francés Jean-Marc-Gaspard Itard (1774-1838), María Montessori pudo leer sobre Víctor, uno de los pacientes que el médico atendió durante varios años, y a quien se le nombró como: Niño Salvaje de Aveyron.
Víctor, fue encontrado en los campos de Aveyron (en la parte sur de Francia), con una edad aproximada entre 9 y 11 años, viviendo en total estado salvaje entre animales, para comunicarse, emitía diferentes sonidos guturales, y claro, sin las “normas” sociales que nos hacen ser “normales”.
Las autoridades francesas lo vistieron y llevaron a diversas instituciones, en donde los médicos lo declaraban sordo y retrasado mental, incapaz de lograr corregir su salvajismo.
Para el “Niño de Aveyron”, orinar o evacuar no tenían ninguna relación con la pena, podía hacerlo en donde tuviera necesidad, tampoco existía el sentimiento de la compasión, ni el más mínimo sentido de unidad o pertenencia.
Algunos de los doctores que lo trataron, además de considerarlo sordo y retrasado mental, tuvieron la hipótesis de que los padres de Víctor, al enterarse de que su hijo era sordo y anormal, decidieron abandonarlo en el bosque, una actividad que solía ser común en aquella época, y aquel país.
El caso del niño salvaje llegó a oídos de Gaspard Itard, quien atendía y trataba a los niños sordos en el instituto de Sicard. El médico, quien estaba muy interesado en resolver el problema pedagógico que plantea la educación y enseñanza de los sordomudos, solicitó que se le permitiera tratar a Víctor, justo en el momento en que la ciencia lo había abandonado y casi condenado a un hospital para idiotas, como se le denominaba a dicha institución.
A pesar de que transcurrieron varios años de tratamiento, los avances de Victor fueron mínimos: logró pronunciar de manera correcta algunas palabras, aprendió a sentir afecto por algunos integrantes del personal médico que lo atendía y utilizaba de manera correcta los cubiertos para alimentarse, incluso, tenía la capacidad para colocarlos en la mesa, de acuerdo al número de personas que se sentarían a comer.
Dentro de las conclusiones, en el tratamiento de Víctor, el médico Itard declaró que: 1. las personas aprenden para satisfacer sus necesidades, 2. los programas de instrucción deberían tomar en cuenta las características individuales de cada alumno.
Si bien, los resultados del doctor Gaspard Itard no fueron lo que él deseaba para el Niño de Aveyron, sentaron las bases para la otorrinolaringología y la pedagogía que algunas décadas más adelante, María Montessori, utilizaría para estructurar su modelo de enseñanza conocido en gran parte del mundo.
Y tú, ¿qué opinas del método Montessori?
Eduardo Martínez tdnmerida@gmail.com